La obra de Agustín Santoyo
(Zacatepec, Morelos, 1985) debería estar dispersa por todo Jodhpur, una de las
ciudades más emblemáticas de Rajasthan en India; un pueblo alucinante cuyas
casas pintadas de azul añil se iluminan a su vez con luces de neón azules, para acentuar su colorido. Leí que la razón del color
azul se debe a que, tradición, los únicos que
habitan la zona son los brahmanes. También las pintan de ese color para
protegerse de las termitas y otros insectos. Así, Santoyo viste y decora de ese
color a las mujeres de Rajasthan. Los pies descalzos, las plantas teñidas de
rojo, los empeines dibujados con barroquismos, lineales y flores estilo árabe, en los tobillos, manos,
brazos, nariz y cuello cubiertos a su vez de anillos y brazaletes. Las capas
compiten en color, forma, diseño, capas alucinantes, gigantescas y explosivos.
Las amplias
explicaciones de Santoyo, al igual que los de la gente de Rajasthan, no
parecen tener orígenes únicos y claros, se deben a una influencia y referencias que crean híbridos intraducibles pero
permanentes, a la vez creadores de una identidad propia. En el caso de
Santoyo podemos ver todas sus obras toda la estética gitana, huichola, chola,
africana, mola mogul, nahua, psicodélica, así como una asimilación de la
cultura visual de las ultimas 3 décadas en arte, diseño y cultura de
masas.
Tierra Adentro
Agosto-Septiembre 2012,
Numero 177
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